Un ciudadano o una ciudadana es el habitante de un Estado que tiene unos derechos políticos y puede ejercerlos. El ciudadano o ciudadana posee un estatus legal que le diferencia del que no lo es. “Ciudadanía es lo propio del ciudadano, y especialmente el conjunto de los derechos de que disfruta y de los deberes que le incumben. El primer deber consiste en obedecer la ley (aceptar ser ciudadano, no soberano). El primer derecho, en participar en su elaboración o en las relaciones de fuerza que se encaminan a ella (ser ciudadano, no súbdito). Son dos formas de ser libre, en el sentido político del término, y en una ciudad no hay otra forma de serlo.
Poseer la ciudadanía supone, 1.- Formar parte de una comunidad de iguales en lo que respecta a los derechos y a los deberes. Todos los ciudadanos y ciudadanas comparten unos mismos derechos y deberes con independencia de su religión, sexo o cultura. Esta comunidad se diferencia, a su vez, de los no ciudadanos. 2.- Participar en la toma de decisiones que afectan a todos. Ser ciudadano o ciudadana, por tanto, no significa limitarse a satisfacer los deseos personales y ser depositarios pasivos de unos derechos. Esta posibilidad de participación solo se produce en los sistemas políticos democráticos (donde democracia significa el “gobierno del pueblo”); por tanto, la democracia es el sistema político más adecuado para ejercer la condición de ciudadanía. 3.- Participar en un proyecto común de convivencia de acuerdo a un ideal de conducta cívica. Ser ciudadano y ciudadana significa que, aunque se produzcan situaciones de conflicto, la relación con los demás tiene que estar determinada por el diálogo y la cooperación. La educación para la ciudadanía reflexiona sobre aquellas conductas que permiten la construcción de una sociedad mejor. 4.- Potenciar lo que es común entre los seres humanos. La ciudadanía es la conciencia de vivir a pesar de nuestras diferencias en un mundo compartido. “No se progresa creando diferencias, sino igualando derechos, sufragio universal (para pobres y para ricos, para hombres y para mujeres), educación para todos, sanidad para todos, pensiones de jubilación para todos, etc.”
En el municipio que nos merecemos, el ciudadano origina la edificación de la ciudadanía, promoviendo valores y principios democráticos, participativos y con visión compartida de desarrollo, siendo el ciudadano el protagonista absoluto de la toma de decisiones de los gobiernos y marcando cuál es el rumbo a seguir para el progreso, la concertación de ideas (aun, teniendo diferencias de ideales) se promueven en los espacios de debate públicos sin que esto signifique ser adverso o contrincante de quienes nos gobiernan.
En el municipio que nos merecemos, el disentir de las decisiones de nuestros gobernantes no nos convierte en enemigos, ESO NOS HACE CIUDADANOS.
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