El pasar de los años, hace que el olvido de la Palmita se haga más notable, el desarrollo hizo que sus calles perdieran el transitar del progreso, ahora, solo se visita cuando los túneles que la suplantaron, colapsan por los embates de la naturaleza; sin embargo, su gente se niega a los cambios de ciudad y siempre están en constante cambio, ajustándose a la dinámica de la producción de la zona y a lo que se dicta en el intercambio comercial que se encuentra en la capital del municipio. Sus calles, son aún marca impalpable de ruralidad y sus costumbres se encuentran latentes, lo que constituye un gran valor que justifica el realce de esta pintoresca zona del municipio tan necesaria de conservar, y así poder mantenerla en el futuro, conservando las fachadas de sus casas y el sabor a pueblo plasmado de valores y costumbres.
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